miércoles, 26 de agosto de 2009

Terrazas de Cuenca

Una terraza al atardecer, la terraza deseada, desde la que seríamos capaces de echar a volar como la paloma posada en su baranda.





Una terraza colgada sobre el abismo.
Una terraza donde el tiempo parece haberse detenido en el pasado.
Una terraza para abandonarse, para perderse en ensoñaciones, para asomarse al infinito, para no pensar en nada o para pensar en todo...
* * * * *
Yo no sé con cuál quedarme, ¿y tú?
Quizá una para los lunes, martes y miércoles; la otra para los viernes, sábados y domingos; y los jueves lo echaríamos a suertes.



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