viernes, 18 de junio de 2010

Un día en blanco


Un día en blanco. Un día donde no pasara nada, absolutamente nada. Un día en el que el tiempo transcurriera con los ojos entrecerrados, en una ensoñación continua, entre bostezos. Pero una ensoñación vacía, sin sueños, un embotamiento de la mente y de los sentidos. Una pantalla en blanco delante de los ojos. Una espera interminable del día siguiente, del día de la libertad. Cuando llegara el día siguiente podrías moverte, estirar los músculos, correr, saltar, volar... Pero ni siquiera el deseo de la libertad llenaría el día del vacío. El día en blanco ocuparía tu cuerpo y tu alma por completo y no dejaría un resquicio que pudiera ser llenado con algo tangible o abstracto, solo un hueco en tu corazón hablaría con nostalgia de los días llenos de vida, para callar enseguida con el silencio de la nada.

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