domingo, 31 de octubre de 2010

Palabras congeladas


"Te quiero" dijiste antes de marchar.
Pensé en congelar tus palabras. Congelarlas para no olvidarlas nunca. Y guardarlas en el congelador, para que cuando quisiera recordarte, pudiera darles una chupada. Como un polo. Pensé que entonces tus palabras terminarían por deshacerse algún día entre mis labios, así que tendría que racionar mis chupadas, para que me duraran. Pero uno no guarda un polo empezado en el congelador, para ir saboreándolo durante todo el verano. Uno sorbe el polo de una sentada, lengüetazo a lengüetazo, hasta que sólo le queda el palito de madera. Claro, que de tus palabras no quedaría ni el palito. Tus palabras eran solo eso, palabras, sin nada que las soportara, más que el hielo de tu mirada. ¿Quién quiere más hielo entonces? ¿Quién piensa en congelarlas? ¿Quién puede hablar de amor cuando está diciendo adiós?

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