sábado, 31 de mayo de 2014

MAYO, 2014



En la ciudad, huele a primavera enlatada.

Mantra religioso


Ilustración de mi hija Elena Rovira

No pueden evitar asomarse en cuanto salimos a pasear por el bosque, curiosos y anhelantes, pero enseguida echan a correr como conejos, como si no estuvieran deseando saborear la canela de nuestra piel. Siempre logramos cazar una docena: no solo los que no corren demasiado, también el hombretón babeante ante nuestros pechos desnudos, incluso algún osado Apolo cuyos ojos  nos dicen que pretende disfrutar de nosotras y luego escapar. Por la noche comemos y bebemos, la música de los tambores nos incita a un salvaje placer y los hombres responden bajo nuestros cuerpos olvidándose en ese momento infinito de su destino. Los acariciamos, los besamos, los poseemos con la delicadeza de las hadas y con los zarpazos de las panteras; las pócimas y los ungüentos hábilmente aplicados consiguen encender de nuevo su deseo y recuperar su potencia sexual para que sigamos amándolos durante toda la noche. Y una vez abandonados, exprimidos y exhaustos, en ese paréntesis de la vida que queda suspendido en el aire y se confunde con la muerte más dulce, la mano de las sacerdotisas ejerce su poder sagrado, y los despojan de su último aliento con un beso y una daga que les roba el corazón.

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Con este relato participo este mes en esta noche te cuento. Podéis verlo por allí aquí

jueves, 29 de mayo de 2014

Crónica de la IV Microquedada, Barberá del Vallés-Barcelona

Sábado, 17 de mayo, 2014
Con el habitual retraso que me caracteriza, os dejo mi crónica de aquel intenso día entre microrrelatistas... 
Llego tarde, llego tarde, decía el conejo corriendo con el reloj en la mano....

La llegada a Barberá de un grupo de microrrelatistas, foto de Ximens, mejor dicho, cámara de Ximens y foto de Antonio, el marido de Mar Horno 

Una ola de microrrelatistas tomó Barberá del Vallés el sábado 17 de mayo. Alrededor de la biblioteca Esteve Palucie, la emoción de los primeros encuentros y reencuentros se materializó en abrazos, besos y conversaciones animadas. De la mano de Guri y siguiendo las huellas del dinosaurio, los cuentistas alcanzaron las estanterías de la biblioteca donde reposan los libros de microrrelatos y se lanzaron ávidamente sobre sus páginas, entusiasmados de disfrutar de aquel tesoro.

Mar Horno atrapa al dinosaurio
Inés Andrés Suárez, catedrática de literatura y antóloga del libro “Antología del microrrelato español, 1906-2011” no pudo acudir a su conferencia programada, debido a una huelga de controladores aéreos, pero en su lugar, Ginés Cutilas estaba esperando a los microrrelatistas en la sala de conferencias, donde había escondido en el armario a su koala. El pobre Ginés había perdido la voz, pero encontró a un perfecto secretario, Xesc López, que prestó sus cuervas vocales para la lectura de micros y decálogos de escritores. A pesar de sus dificultades, Ginés nos deleitó con sus micros llevados al cine, pudimos ver el paso de la palabra a la imagen en dos cortometrajes: “Un Koala en el armario” —de elaboración propia de Ginés Cutillas— y “Once metros”. El tercer microrrelato “Falsas notas” pudimos escucharlo en la voz de Xesc, pero el corto inédito que habían realizado a partir de él un equipo de producción griego se obstinó en permanecer oculto, con la colaboración inestimable del ordenador (la informática puñetera siempre haciendo de las suyas).
Ginés Cutillas y su secretario Xesc López

 También hubo lectura de microrrelatos a cargo de dos microrrelatistas veteranos, Antonio Beneyto y Albert Tugues, participantes en la anteriormente nombrada antología del microrrelato. Antes de la lectura, Beneytos se explayó en relatarnos su vida y milagros (y eso que, en sus propias palabras, él, era escritor y no se le daba demasiado bien hablar…), especialmente incidiendo en el carácter minoritario de su escritura, de lo que estaba más que orgulloso. Seguramente, un poco de humildad y brevedad hubiera caído mejor en la audiencia, pero no olvidaremos sus relatos, tremendos, impactantes. Albert Tugues, por el contrario, leyó sus micros quizá con demasiada discreción y pudor. Contraste de caracteres, desde luego. Sus micros también fueron de maestro relatista. Él mismo dijo sentirse como un cantaor flamenco, dado que le habían preparado asiento para la lectura en un par de sillas frente al micrófono, lo cual le daba un aire rematadamente folcklórico.

Albert Tugues

Para terminar el acto, tras la lectura y comentario por parte de Ginés Cutillas de decálogos de Horacio Quiroga, Gabriel García Márquez, Augusto Monterroso, Andrés Neumann y del propio Ginés, este último propuso un debate sobre la necesidad de reglas en la literatura o si debíamos considerarla totalmente libre. En realidad, los decálogos tienen mucha parte de ironía, una buena dosis de experiencia y un resumen de lo que le funciona a un escritor cuando se sienta ante la página en blanco (o ante la página por corregir y recorregir). Las reglas a mi entender no pueden limitar el arte, pueden servir de guía, pero sin libertad no habría evolución en la literatura ni en ningún arte, ni existiría un estilo propio de cada escritor. Utilicemos las reglas como orientación, utilicémoslas para saltárnoslas, creemos nuestras reglas personales. Si establecemos y aplicamos rígidas reglas podemos crear un robot que escriba historias presumiblemente perfectas, ya existen editores informáticos de este tipo. Pero como a todo robot, les faltará alma. Con lo fácil que me ha sido escribir esto, y allí no abrí la boca… No hubo demasiada participación en el debate, aunque se planteó también la necesidad de la formación de los escritores, si son o no necesarios los cursos, la importancia de los principios en los relatos (contrariando a García Marquez) y también la importancia de los títulos en los microrrelatos… Tampoco el tiempo dio para mucho más, ya era la hora de comer…

La comida se celebró en el centro cívico de Barberá del Vallés, promovida por el ayuntamiento; la concejala de cultura estuvo presente en todos los actos del día. Ensalada, butifarrada y crema catalana nadando en caramelo…
Nuestra mesa, foto de la fotógrafa de Raquel Lozano

Compartí comida y charla sobre todo con mis amigos hacia la derecha: Jesús Esnaola, Ginés Cutillas, Susana Camps y Marta López, a quien me encantó poder conocer un poquito más, pues no había coincidido en otras ocasiones con ella. Volvimos a charlar sobre literatura, sobre la ayuda de una formación para el escritor, pero que nadie crea que un curso de escritura creativa da como resultado a un escritor: un buen profesor, un buen curso, nos proporcionarán las herramientas y una cierta práctica para manejarlas, pero después de eso hay que poner algo más. Quizá la gente piense que como todos aprendemos a escribir, no hace falta un cursillo, aunque escribir bien no lo hace cualquiera. Como resumen, la pregunta clave la dejó en el aire Ginés Cutillas: “¿Cuántos escritores de novela malos conocéis? ¿Y a cuántos escritores de microrrelatos malos conocéis?”. Es cierto, quizá cualquiera nos atrevemos a escribir un microrrelato…

A mi izquierda, hice menos caso a mis amigas Ana Martínez, Mei Morán, Laura Garrido y Marina de la Fuente, ¡pero es que no se puede estar a todo!
Laura Garrido y Mei Morán
Mei Morán sabe muy bien la solución a esta adivinanza:
“¿En qué se parece una camiseta a una libreta?”

¡En que las dos se han llevado montones de besos!


Mei, en cuanto me vio, sacó su libreta del bolso, arrancó la primera página que había escrito y ¡me la regaló! Ahora tengo en mi casa a estas primas hermanas: la una en mi armario y la otra en mi bolso, y cuando se juntan, sonríen seductoras con muchas boquitas pintadas. Lo que no sabe Mei es que colecciono libretas bonitas, y que, como toda escritora, llevo una en el bolso para anotar todo eso que pasa por mi cabeza en cualquier momento del día. Esta libreta nueva la guardo para mi diario de viaje de este verano.
Y es que siempre que vengo a Barberá alguien me regala una libreta, si no que se lo digan a Mónica Sempere, que también me obsequió el septiembre pasado con otra libreta (que ya he terminado de cabo a rabo) con una ilustración preciosa de su librería Diarium.

Leyendo mi caja de Pandora, foto de Jams
Con Xesc como maestro de ceremonias —y es que este chico vale para todo—, comenzó la lectura de los micros tuneados, esa tradición tan bonita de las microquedadas, en la que cada uno trae un micro “tuneado”, es decir puesto en bonito y original, hecho con todo el cariño y con nuestras manitas, para regalarlo a otro micorrrelatista. Llevas un micro tuneado, se ponen todos en una mesa, se les asigna un numerito, metes la mano en una bolsa, sacas tu numerito y te llevas el micro que te toca. Previamente al sorteo, cada uno nos leyó su micro, con más o menos nervios. Cabe destacar la actuación de Laura Garrido, que nos hipnotizó desplegando su micro como un ilusionista mientras nos narraba la historia de un valle y un poeta.

Yo llevé una caja de Pandora con un contenido muy especial, que se marchó con la simpática Eva García,  y me traje otra caja, “Solo amigos”, de Manuel Rebollar Barro, con esa fusión entre las palabras y la imagen adecuada que caracterizan sus intervalos. Hubo tuneados para todos los gustos, de todos los colores, de muchos olores y donde las palabras eran siempre las protagonistas.

Mi caja de Pandora, para abrirla y leer su contenido, pincha en la foto

"Solo amigos", de Manuel Rebollar, para ver su tuneado, pincha en la foto.

Tras la comida, corrimos al otro rincón del microrrelato de Barberá, la microlibrería Diarium, de Fernando Martínez y Mónica Sempere. Y es que el dinosaurio ha ido dejando en esta población sus huellas firmemente marcadas. En este espacio se amalgaman armoniosamente las revistas, con los micros, con los libros infantiles, con los carteles de Mónica y Fernando, con los talleres de comic y de microrrelatos, con las fotografías, con el arte en general. Allí nos dieron a conocer sus libros Mar Horno y Pedro SánchezNegreira, presentados por Mónica Sempere y Javier Ximens, con lectura de micros de sus respectivos libros “Precipicios Habitados” y “Verde como el hielo”, en la que participó también Elysa Brioa. En este acogedor espacio escuchamos sus micros, volvimos a charlar con amigos, por fin acudió Pedro Herrero que no había podido venir antes por una comunión —vamos a tener que elegir otro mes para las microquedadas, mayo tiene demasiados compromisos familiares—, conocí a Carles Quilez, con Iván Teruel tuve una interesante conversación sobre la dificultad de escribir una novela, conseguí mi ejemplar de “Precipicios Habitados” de Mar Horno (con dedictoria, claro), “Verde como el Hielo” ya me lo había firmado por la mañana el gran Pedro; saludé y conocí brevemente a Miguel Jiménez Salvador —qué lástima no haber hablado más contigo, Miguel—….

El tiempo pasó deprisa deprisa, y a las siete y media corrimos a coger el autobús que nos llevaría al acto final de la microquedada: la presentación del libro colectivo “Despojos del ReC”, en Barcelona, en cervezas Moritz —patrocinadores también de este proyecto—. En el autobús, charleta sobre libros leídos con Marina de la Fuente, Ana Martínez Blanco y Mei Morán, ahí tuvimos de todo desde el clásico "Nada" de Carmen Laforet, pasando por best sellers como "El tiempo entre costuras", "Juego de tronos", y también los cuentos de Javier Tomeo... y muchos más que no me acuerdo.

Antes de entrar en Cervezas Moritz, con ganas de ver un sueño hecho realidad. Foto de Ana Fuster

El ibro de "Despojos del ReC" debe su publicación a Fernando Martínez, que ha sacado adelante el sueño de un montón de participantes en el concurso semanal de cadena ser “Relatos en cadena”, que semana tras semana dejaban sus palabras en un cesto que se perdía en la nada. Fernando propuso que nos despojáramos de cinco de nuestros relatos enviados a concurso que no hubieran sido seleccionados, y por votación de los participantes en este proyecto elegiríamos los tres mejores relatos de cada uno. A través de Facebook se fue gestando este sueño, leyendo y votando nuestros relatos semanalmente. Como resultado, este maravilloso dinosaurio relleno de despojos de setenta autores, ilustrado por otros setenta ilustradores que consiguió convocar también Fernando.

Fernando Martínez presenta Despojos del Rec

Una gran emoción asistir a la presentación en sociedad de este libro en el que muchos de los presentes habíamos dejado nuestras letras. Fernando Martínez presentó el libro con la humildad de quien solo pasaba por allí, cuando ha sido el motor inicial y el que ha llevado hasta el final el logro de este libro que suma tantas ilusiones individuales. Pero es cierto que en él han colaborado muchas personas sin las que no hubiera sido posible esta publicación como Rubén Rojas Yedra, nuestro corrector de estilo, y todos los que aportaron su mecenazgo a que este sueño se convirtiera en realidad.

Descubrimos la faceta de actor de Pedro Herrero

Apareció también en escena PedroHerrero, un auténtico showman, ¡este hombre sube al escenario y se transforma! Habló con la calavera como un auténtico Hamlet, encarnó a otros Hamlets más actuales y nos deleitó con un pupurri de versos encadenados de grandes poetas: Espronceda, Machado, Becquer y tantos otros…

Por último, el plato fuerte del acto: “Despojadas”, la obra de teatro de Miguel Ángel Flores, escrita especialmente para la ocasión e interpretada por María Lesmes y Julia Mora. Las dos actrices dan vida a dos mujeres en camisón, a punto de echarse a la cama, en ese momento de la noche que invita a las confidencias y cotilleos. En esas confidencias nos van contando: “Me dijo Fulanito…” y ese Fulanito es el autor del micro que cuentan a continuación, incluido en el libro despojos del Rec. La obra enlaza perfectamente unos micros con otros y la interpretación de María Lesmes y Julia mora fue magistral.
Las dos Despojadas, fotos de Pedro Rovira




Probamos la cerveza Moritz —qué buena, buenísima— y todo se precipitó de repente porque había que cenar, los que se habían apuntado a la cena en este mismo recinto de cervezas Moritz desaparecieron rumbo al comedor y siento no haberme despedido de muchos de ellos, pues mi idea era reunirme después de cenar, pero al final me pudo el cansancio y me retiré con la familia a dormir. Otros también cenaron por los alrededores y luego se juntaron para la coctelera final.

Como no pude despedirme de vosotros con besos y abrazos de verdad, allá van ahora mis besos y abrazos virtuales, que no por falta de materia son menos sentidos. Y un enorme brindis por todos los que no pudisteis venir, pero que estuvisteis en nuestros corazones.

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Una completa crónica tenéis en Internacional Microcuentista, de la mano de Laura Garrido, que ha efectuado un resumen completísimo de la jornada, aunque seguramente ya la habréis leído.





martes, 20 de mayo de 2014

Solo amigos, de Manuel Rebollar




Y este fue el genial micro tuneado de Manuel Rebollar que ahora tengo en mi estantería. ¿A que es una chulada? Si no veis bien el texto, pinchad en la foto para ampliar.



La verdadera historia de la caja de Pandora





Mientras voy preparando una crónica de la IV Microquedada aquí tenéis mi micro tuneado para la ocasión. Cuando una caja de PAndora se abre ya no puede volverse a meter en ella su contenido... Le tocó en suerte a Eva García, que ahora tiene esta cajita abierta en su casa, y derramando sin cesar... Pero mejor os cuento el cuento, ¿no? Y véis la foto final...

La verdadera historia de Pandora
La hermosa caja de lapislázuli lucía con brillo de estrellas en el altar de la casa, convocando a dioses y a humanos. Aquella caja había pasado de padres a hijos en la familia de Zais. Este había prohibido a su esposa Pandora acercarse a ella; no debía abrirla jamás, pues solo sus antepasados y sus descendientes habían sido designados por los dioses para colmarla de ofrendas. Si cualquier otro la abriera, grandes males se desatarían por el mundo y harían infelices a la humanidad eternamente. Pandora contemplaba a escondidas como Zais se acercaba a la caja con las últimas luces del día, abría su tapa y guardaba en su interior una sustancia etérea que ella nunca llegaba a vislumbrar. Cuando la cerraba de nuevo, una sonrisa de la más intensa felicidad se expandía placenteramente por el rostro de su amado. Este rito diario hizo que la curiosidad de Pandora por aquella caja fuera en aumento. Ella también quería disfrutar de su contenido, no podía haber nada malo en ella cuando Zais expresaba ese inmenso gozo y beatitud al contemplarlo.
Así que una noche, cuando estuvo segura de que Zais estaba profundamente dormido, se acercó con sigilo al altar y abrió la caja con mucho cuidado. A la luz de la vela descubrió un racimo de palabras enredadas: colibrí, musgo, laguna, arcoiris, saturnal, frambuesa, abalorio, enamoriscar, luna… Al ver la caja abierta de par en par, las palabras, conscientes de su libertad, salieron en tropel con una risa de cascabeles, cantos de pajarillos y relinchos plateados. Desde aquella noche, en el mundo empezó a soplar el viento racheado de la poesía. Gracias a Pandora, todos los humanos pudieron  gozar de la locura de rimas y leyendas, mientras el avaro Zais rabiaba en un rincón por haber perdido su gran tesoro.




viernes, 16 de mayo de 2014

Con los cinco sentidos y una gota de azar


Imagen de Marlous van der Sloot


Tu lengua estaba tierna, dulce y fresquita, jugueteaba con la mía a enredar amores y bailar tangos bajo las farolas de la plaza. Los ojos se nos cerraron para sentirnos más intensamente, era su íntima forma de colaborar en acercarnos el uno al otro. Olías a masaje para después del afeitado, limpio y atrayente, la nariz no podía dejar de unirse a la orgía desbordada. Las manos, esas sí que tenían faena: en tu cintura, en mis nalgas, apretando un cuerpo contra otro, bajo mi vestido vaporoso, haciéndote cosquillas detrás de la oreja, buscando tu entrepierna, acariciando mis senos. Para redondear el momento, un coche se detuvo en el semáforo con las ventanillas abiertas, y su música invadió la calle: “…bésame, bésame muuuucho… como si fuera esta noche la última vez…”. Aquella fue para siempre nuestra canción.

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Hoy es viernes creativo en el bic naranja, ¿te apuntas a leer y escribir historias sobre este helado de Marlous van der Sloot?

IV Microquedada en Barberá del Vallés-Barcelona



Este año los microrrelatistas nos reunimos en Barberá del Vallés y Barcelona. Tenemos un programa muy completo, todo comienza en la microbilbioteca Esteve Paulize con una conferencia de Irene Andrés Suárez, especialista en este arte, después nos zamparemos una butifarrada, seguiremos con la presentación de los libros de microrrelatos de Mar Horno y Pedro Sanchez Negreira en la microlibrería Diarium y terminaremos con la presentación del libro "Despojos del ReC" en Barcelona.



¡Tengo ganas de ver a los viejos amigos otro año más y de conocer a los nuevos que participan este año!!!! Ya no falta nada para reunirnos.

jueves, 15 de mayo de 2014

Primavera de relatos indignados 2014




Cada mañana, nuestro pulcro ministro disimula las sombras bajo sus ojos con un quitaojeras que roba a su mujer. Lee las noticias en su tablet mientras añora los viejos tiempos de los periódicos en papel, cuando después del desayuno, y tras su diaria defecación, se limpiaba el trasero con las páginas de las miserias cotidianas y se libraba de ellas con un simple gesto: tirar de la cadena. Ahora sale de casa y las miserias —el paro, las protestas juveniles de los estudiantes sin futuro, las seniles de los jubilados, las exigencias de los políticos europeos de caninos vampíricos— siguen agazapadas en su tablet y si enciende la radio del coche también zumban en la voz de ese locutor que pincha con su aguijón afilado. Claro que puede cambiar de emisora y escuchar las alabanzas de sus amigos que le invitan a seguir por el buen camino, ese que lleva sin rodeos a la bonanza de los paraísos fiscales y las benditas corruptelas, con un final feliz en el que todos ellos comen perdices. Pero los jóvenes están otra vez ahí, interrumpiendo el tráfico en la avenida, y también los viejos con bastones alzados, y las palomas salen volando de estampida y se le cagan en el parabrisas sin que lleve la puñetera escopeta… Añora tanto los viejos tiempos, que dicta leyes que retornan al pasado y solo así se siente seguro y en paz cuando vuelve a casa y se calza las zapatillas, aunque sus ojeras vuelvan a asomar.


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Un año más, los relatos indignados inundan la red en primavera en

viernes, 9 de mayo de 2014

Viernes con historias. Un año de viernes creativos





Nos reuníamos los viernes. Primero Fer nos ponía una película o sacaba el álbum de fotos, o traía un dibujo que le gustaba, o simplemente soltaba tres o cuatro palabras, lo que le apetecía… Metíamos aquello en la batidora, le dábamos mil vueltas, le añadíamos un poco de ron y de ginebra y vomitábamos nuestras resacas a golpes de bic naranja.
Podía ser un pez en una caja, unas abuelas ciegas, monstruos elásticos, un autobús en la nieve, un ramo de rosas… Cualquier cosa valía para estimular nuestras cabezas huecas. De ahí muchas veces surgía el amor, ese que siempre nos sale tan bien, o el desamor en un puño cerrado y rabioso; nos bañaba una ola de poesía y el erotismo nos erizaba la piel. Anita llegaba siempre la primera, soltaba su bomba y una sonrisa, y a su voz nos íbamos uniendo uno detrás de otro en una fiesta de palabras. Nos gustaba ir allí, dejar nuestro borrón y pringarnos con los manchurrones de los otros. Y cuando nos íbamos nos quedaba el sabor de las historias en el paladar y en los oídos y el deseo de que llegara el próximo viernes.
Hoy nos toca brindar por esos viernes creativos y por los que vendrán.
¡Felicidades a todos! Y sobre todo al anfitrión, que pone la casa y las bebidas.
Gracias, Fer, por esos viernes-musas que nos saben tan bien.

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Hoy cumplen un año los viernes creativos de el bic naranja. 

martes, 6 de mayo de 2014

Eterno girar

En la plaza del Pilar, mientras los otros niños encorrían las palomas, a mí me gustaba girar sobre mí mismo, con los brazos extendidos; ante mis ojos pasaban vertiginosos las torres, el pórtico, la gente, los arcos de los porches, las sillas de los cafés y a empezar otra vez: torres-pórtico-gente... Mamá me gritó:
—¡Para ya, que te vas a caer!
Precisamente, al detenerme, venía lo mejor: sentirse como un borracho, un pie aquí otro allá, la cabeza que parecía querer escapar y los objetos que no cesaban de girar. Por eso aquella tarde le pregunté a mamá si era yo quien daba vueltas o era el mundo el que giraba alrededor de mí. Y ella, con una carcajada, contestó:
—El mundo gira para ti, tesoro mío  —y me dio en la frente uno de esos besos que olían a nocilla y a agua de rosas.

Al crecer descubrí, como Galileo, que ya el mundo no giraba para mí, sino que era yo quien giraba para el mundo. Aun con todo, ella siempre siguió como un satélite sobre mí, pendiente de mis caprichos, de mis errores, de mis desplantes, de mis dolores, para criticarme y para aplaudirme. Una tarde la luna se la llevó y desde entonces me asomo cada noche para verla girar a mi alrededor.

sábado, 3 de mayo de 2014

El ruiseñor



Imagen de Adam S. Doyle


Despertar las noches de luna nueva con los caninos afilados me conducía a la ejecución del consabido ritual, con el despliegue de toda su parafernalia: la capa larga de cuello alzado, las alas de murciélago recortadas contra el astro blanco, el aleteo feroz que me transportaría como un rayo hasta mis víctimas. Pero si mi arte había llegado a la verdadera perfección en el cumplimiento de sus objetivos, no había sido por su práctica continuada durante siglos, sino gracias a la cuidadosa preparación en la que me afanaba durante las noches previas. Me travestía en un pequeño y delicado ruiseñor, que rondaba a las más bellas mujeres hasta el amanecer. Al oírme cantar, ellas se asomaban a la ventana presas de un extraño deseo que vibraba en sus labios y les escalofriaba las entrañas. La excitación provocada en las damas iba en crescendo cada noche al compás de la luna. En el triunfo del plenilunio, sin embargo, no había canto, el silencio las oprimía de tal modo que la ansiedad secaba sus bocas ardientes, sus oídos anhelaban la voz del amado y sus ojos brillantes buscaban en la blanquinosa noche al amante soñado. Inquietas, desasosegadas, se acostaban, pero dejaban abiertos los postigos por si aquel ruiseñor regresaba a besar sus labios, sus pechos enfebrecidos. Por las ventanas abiertas de par en par penetraba mi alma joven y antigua al mismo tiempo y las tomaba en sus lechos de princesas o campesinas, en sus cuellos mis colmillos les insuflaban el amor eterno, mientras yo recolectaba la miel de su sangre fresca y absorbía la lozanía que alimentaba mi inmortalidad.

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Un nuevo viernes creativo en el bic naranja, a partir de una imagen de Adam S. Doyle.